El pendón de guerra del cardenal Mendoza y la espada de Boabdil

El pendón de guerra del cardenal Mendoza y la espada de Boabdil. Revista La Ilustración de Madrid


Mientras sobre las almenas de la torre Bermeja se alzaba la cruz que aún hoy se conserva en la catedral de Toledo, y flotaba al aire el estandarte de Aragón y Castilla junto al pendón de guerra del gran cardenal Mendoza , el último rey moro de Granada entregaba a los Reyes Católicos, en señal de sumisión, las llaves de la ciudad morisca y la espada que no había servido para contrarestar el valor castellano a aquel de quien su madre dijo con gráficas palabras que ha conservado la tradición: ¡Llora como mujer lo que no has sabido defender como hombre!


¿Qué página de historia más elocuente podría escribirse que aproximara, como lo hacemos hoy, en las columnas de nuestro periódico, esos dos trofeos de la gloria de nuestros padres?

El arte completa en ambos la idea histórica y hace más comprensible la muda lección que ofrecen. Por la espada se hizo el árabe dueño de nuestro país: la espada, de filigranada labor representa a aquel pueblo en contraste que ofrecemos. La idea venció a la fuerza, la idea de unidad simbolizada en la religión, que llevaba sus consecuencias unitarias a la autoridad, a las leyes, al territorio. Su emblema es un jirón de tela con un signo misterioso; el signo de redención y vida bordado en él, con la figura de la cruz.

El pendón de guerra del cardenal Mendoza y la espada de Boabdil

Todos los países, pero el nuestro más que ningún otro, ofrecen al artista y al pensador tesoros de formas y fecundos manantiales de ideas en esos objetos que completan la enseñanza de la historia. Buscarlos, reunirlos y ofrecer con su reproducción ancho campo a la fantasía y al estudio, es la misión de las publicaciones ilustradas.

El pendón azul con la cruz de Santa Elena que precedió al gran cardenal de España don Pedro González de Mendoza en la conquista del reino granadino, último baluarte de la dominación sarracena, se encontraba hasta hace poco en el magnífico hospital de Santa Cruz de Toledo, fundación del citado personaje, y hoy se ve pendiente de la hermosa reja de preciada labor plateresca que cierra la capilla mayor del templo de San Pedro Mártir de la misma ciudad.

La espada de Boabdil, vinculada en la casa del señor marqués de Villaseca, en memoria de la activa parte que tomaron sus antecesores en la conquista de Granada se conserva con la debida estimación en su armería.

Nuestros lectores creemos que verán con gusto el afán con que procuramos cumplir la tarea propia de una Ilustración española, dando a luz objetos nunca bastante conocidos y doblemente apreciables por su mérito artístico y su importancia histórica.

Gustavo Adolfo Bécquer
La Ilustración de Madrid, 12 de abril de 1870